Siempre había soñado con visitar Ljubljana, la capital de Eslovenia, y finalmente tuve la oportunidad de hacerlo. Desde el momento en que llegué, supe que esta ciudad iba a ser algo especial. Ljubljana tiene una mezcla encantadora de historia, cultura y naturaleza que me sorprendió y me enamoró por completo.
Mi aventura comenzó en el corazón del casco antiguo, donde me encontré con una arquitectura que parece sacada de un cuento de hadas. Los edificios coloridos y las calles empedradas crean un ambiente acogedor y pintoresco.
El Puente del Dragón, uno de los emblemas más famosos de la ciudad, fue mi primer destino. Este puente, con sus dragones dorados, es una de las joyas arquitectónicas de Ljubljana y ofrece una vista impresionante del río Ljubljanica.
Después de tomar algunas fotos, decidí dar un paseo por la ribera del río. Aquí, el ambiente es vibrante y relajado, con cafeterías al aire libre y mercados que venden artesanías locales y productos frescos.
Me detuve en un pequeño café con vistas al río y disfruté de un café esloveno acompañado de un pastel típico. La gente en Ljubljana es amable y hospitalaria, y el ritmo tranquilo de la ciudad me hizo sentir como en casa de inmediato.
Uno de los puntos altos de mi viaje fue visitar el Castillo de Ljubljana. Situado en una colina que domina la ciudad, el castillo ofrece una vista panorámica increíble de los alrededores.
Subí a pie, lo que me permitió disfrutar del paisaje mientras ascendía. El castillo en sí es fascinante, con su historia que se remonta a la Edad Media. Exploré sus murallas, torres y el museo, que me brindó una visión profunda de la historia de Ljubljana.
Más tarde, me aventuré por el Mercado Central de la ciudad, un lugar lleno de vida y color. Aquí, pude ver una variedad de productos locales, desde frutas y verduras frescas hasta quesos artesanales y embutidos.
Hablé con algunos de los vendedores y aprendí sobre los ingredientes típicos de la cocina eslovena. No pude resistirme a comprar algunos recuerdos comestibles para llevar a casa.
La Plaza Prešeren, nombrada en honor al poeta nacional de Eslovenia, es otro lugar que no me perdí. Es el corazón del centro histórico y un excelente punto de partida para explorar los alrededores.
La plaza está rodeada de edificios impresionantes y es un lugar popular para relajarse y observar la vida cotidiana. Desde aquí, caminé hasta el Puente Triple, una estructura elegante que conecta los dos lados del río y ofrece vistas encantadoras del casco antiguo.
En cuanto a hospedaje, Ljubljana ofrece una amplia gama de opciones para todos los presupuestos y preferencias. Desde hoteles boutique con encanto en el casco antiguo hasta modernos apartamentos en el centro, hay algo para cada tipo de viajero.
Me alojé en un acogedor hotel boutique cerca de la Plaza Prešeren, que combinaba la elegancia clásica con comodidades modernas. La ubicación era perfecta, permitiéndome explorar la ciudad a pie fácilmente. También hay opciones más económicas, como albergues y pensiones, que ofrecen una excelente relación calidad-precio y una experiencia local auténtica.
Para una estancia lujosa, el Hotel InterContinental y el Hotel Ljubljana brindan un confort sofisticado con vistas panorámicas de la ciudad.
No podía irme de Ljubljana sin visitar el cercano Lago Bled, que es famoso por su belleza escénica y su isla pintoresca en el centro del lago. Aunque no está exactamente en la ciudad, es una excursión muy recomendada y vale la pena el viaje.
Ljubljana es una ciudad que captura el corazón con su encanto europeo, su rica historia y su ambiente acogedor. Mi visita a esta maravillosa capital eslovena fue una experiencia inolvidable que me dejó con recuerdos que atesoraré para siempre.
Si alguna vez tienes la oportunidad de visitar Eslovenia, asegúrate de incluir Ljubljana en tu itinerario. No te decepcionará.
Enrique Kogan